viernes, 26 de abril de 2013

Yo, legión




Cuando a quien vive bajo esta presion constante de la vida contemporanea
se le pide que vuelva hacia si mismo su mirada mental, por lo general responde
que no tiene tiempo para entregarse a un tal ejercicio. Si se le insiste y asiente,
en la mayoria de los casos dira que no ve nada. Niebla. Oscuridad. En algunos
raros casos el observador informara que percibe algo que no sabria definir,
porque ese algo cambia todo el tiempo.
Esta ultima observacion es correcta. En efecto, todo cambia en nosotros
y a cada instante. Basta el menor choque exterior agradable o desagradable,
feliz o desgraciado para que nuestro contenido interior tome un nuevo
aspecto.
Aquí dos textos complementarios:
-Si continuamos la observacion interior sin tomar partida, nos permite
constatar muy pronto y no sin sorpresa que nuestro Yo, del
cual estamos habitualmente tan orgullosos, no es siempre igual a si mismo:
cambia. Luego la impresion se define; comenzamos a notar que en realidad no
vive en nosotros un hombre unico sino varios, cada uno con sus propios gustos,
sus aspiraciones propias y persiguiendo sus propios fines. De pronto descubrimos
en nosotros un mundo lleno de vida y de colores que hasta ayer ignorabamos
casi por completo.
De continuar la experiencia, pronto distinguiremos tres corrientes en
esa vida en perpetuo movimiento: la de la vida, por asi decir vegetal, de los
instintos; la de la vida animal de los sentimientos y, finalmente, la corriente de
la vida propiamente humana, caracterizada por el pensamiento y la palabra.
Algo asi como si en nosotros existiesen tres personas. Pero donde todo esta
entremezclado de una extraña manera.
Podemos apreciar entonces el valor de la observación de sí como metodo
de trabajo practico que permite conocerse y entrar en si mismo. A medida que
progresamos nos damos mas y mas cuenta de la real situacion en que nos
encontramos. En definitiva, el contenido interior del hombre es analogo a un
recipiente lleno de limaduras en estado de mezcla por accion mecanica, de modo
tal que cualquier choque sufrido por el recipiente provocara un desplazamiento
de las particulas de limadura. Es asi como la vida real escapa al ser humano, a
causa de ese cambio permanente de su vida interior.
No obstante, como veremos mas adelante, esta insensata y peligrosa
situacion puede ser favorablemente modificada. Ello requiere trabajo, esfuerzos
conscientes y sostenidos. La introspeccion mantenida incansablemen te trae
como consecuencia una sensibilizacion interior que, a su vez, intensificara la
amplitud y frecuencia de los movimientos en ocasion del desplazamiento de las
particulas de limadura. De esta forma, los choques que antes pasaban desapercibidos
provocaran de ahi en adelante vivas reacciones. Por su continua
amplificacion, estos movimientos llegaran a producir un frotamiento de tal
intensidad entre las particulas de limadura, que un dia se podra sentir el fuego
interior encenderse en si.
No basta una simple llamarada ni basta que el fuego arda bajo las
cenizas. Un fuego vivo, ardiente, una vez encendido debe ser cuidadosamente
mantenido por la voluntad de afinar y cultivar la sensibilidad. Si esto ocurre,
nuestro estado puedē cambiar: el calor de la llama provocara en nosotros la soldadura.
De ahí en adelante el contenido interior ya no formará un conglomerado
de partículas de limadura; formará un bloque. Los choques sufridos ya no
provocarán en el hombre, como antes, un cambio interior. Alcanzado este
punto, habrá adquirido la firmeza y permanecerá él mismo en medio de las
tempestades de la vida.
Tal es la perspectiva que se abre a quien estudia la ciencia esotérica.
Para alcanzar el estado que se acaba de describir habrá que desembarazarse
desde el comienzo de toda ilusión respecto a sí mismo, por cara que sea, pues,
tolerada al principio, una ilusión de esta índole crecerá sobre la marcha y, para
deshacerse de ella, serán necesarios sufrimientos y esfuerzos complementarios.
En tanto el hombre no lo haya alcanzado lavida constituye una
existencia fáctica,-ya que él mismo cambia a cada instante. Y dado que esos
cambios se producen bajo el efecto de choques exteriores que él casi nunca
puede prever, le es igualmente imposible estimar de antemano sus propios
cambios interiores. Vive librado a los acontecimientos, ocupado en recomponer
todo con subterfugios. En realidad, avanza hacia lo desconocido, librado al azar.
Este estado de cosas es llamado en la Tradición Ley del Azar o Ley del Accidente y
es la ley principal bajo cuyo imperio lleva el hombre, tal como es, su ilusoria
existencia. El hombre reacciona como puede contra la constante presión de las
dificultades y las obligaciones que pesan sobre él. En cuanto a los cambios
interiores, los percibe generalmente por las reacciones instintivas compensadoras
que provocan y adopta en cada circunstancia una actitud definida.
Procura, a cualquier precio, sino Es, al menos parecer logico consigo mismo y
dueño de sus actos. Ante un golpe de suerte o un éxito inesperado, trata de
persuadir a quienes lo rodean, e indirectamente de convencerse a si mismo, que
no esta para nada sorprendido, que había previsto el desarrollo de los hechos y
que todo habia sido calculado de antemano. En el caso contrario, si fracasa,
echara la culpa a los demás, a los acontecimientos y, en general, a las circunstancias.
Esto sucede porque el frotamiento de la limadura produce en nosotros
una sensación desagradable y sentimos la necesidad de desembarazarnos de
ella lo mas rápido posible. El movimiento de la limadura se detiene cuando
encontramos una solución: el falso motivo que nos permite detener el choque.
Es asi como el hombre se nos aparece constantemente preocupado por recomponer
con subterfugios su interior. Esto, con el tiempo, se torna automático.
Boris Mouravieff
-Al hablar de si mismo, el hombre dice: Yo. Es quizas el termino mas
enigmatico y menos definido del lenguaje humano. En efecto, al hablar de su
cuerpo, el hombre lo trata en tercera persona, lo cual es correcto. Ahora bien, al
hablar de su Alma, la trata tambien en tercera persona. Afirma asi que el no es
ni su cuerpo ni su Alma. Aunque parezca a primera vista paradojico, esta es la
regla para la inmensa mayoria de los seres humanos. Pero si el hombre no es ni
el cuerpo ni el Alma, .que es, entonces, el hombre? .Que es ese Yo que siente en
el y al cual se esfuerza por comunicarle aunque mas no sea una apariencia de
continuidad logica?
s articulas de limadura, cuya posicion relativa cambia todo el
t i e o son precisamente laslue en su conjunto representan nuestro Yo. Este Yo
no es constante, toma una multitud de aspectos diferentes pero es en todo caso
el Yo con el cual el hombre tal como nacio sobre la Tierra evoluciona
en la vida.
Ese Yo no solo no es ni constante ni permanente sino que, además, es
multiple, dado que cada uno de los tres hombres que coexisten en el hombre y
de los cuales hemos hablado antes, es igualmente un sujeto compuesto. De
modo que nuestro Yo es en realidad un conjunto formado por una multitud de
pequeños yoes, relativamente autónomos, cada uno con su tendencia a actuar a
su manera. Esta es la naturaleza de nuestro Yo, legión
Boris Mouravieff

La metáfora de la imagen significa el Yo Real o Amo en el centro y alrredor 7 caracteristicas bases de la personalidad, llamadas pasiones, pecados que son los ejes de los yoes. La palabra Legión significa en su tercera acepción: muchedumbre.


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