Cuando a quien vive bajo
esta presion constante de la vida contemporanea
se le pide que vuelva hacia
si mismo su mirada mental, por lo general responde
que no tiene tiempo para
entregarse a un tal ejercicio. Si se le insiste y asiente,
en la mayoria de los casos
dira que no ve nada. Niebla. Oscuridad. En algunos
raros casos el observador
informara que percibe algo que no sabria definir,
porque ese algo
cambia todo el tiempo.
Esta ultima observacion es
correcta. En efecto, todo cambia en nosotros
y a cada instante. Basta el
menor choque exterior —agradable o desagradable,
feliz o desgraciado— para
que nuestro contenido
interior
tome un nuevo
aspecto.
Aquí dos textos complementarios:
-Si continuamos la
observacion interior sin tomar partida, nos permite
constatar muy pronto y no
sin sorpresa que nuestro Yo, del
cual estamos habitualmente
tan orgullosos, no es siempre igual a si mismo:
cambia. Luego la impresion
se define; comenzamos a notar que en realidad no
vive en nosotros un hombre
unico sino varios, cada uno con sus propios gustos,
sus aspiraciones propias y
persiguiendo sus propios fines. De pronto descubrimos
en nosotros un mundo lleno
de vida y de colores que hasta ayer ignorabamos
casi por completo.
De continuar la
experiencia, pronto distinguiremos tres corrientes en
esa vida en perpetuo
movimiento: la de la vida, por asi decir vegetal, de los
instintos; la de la vida
animal de los sentimientos y, finalmente, la corriente de
la vida propiamente humana,
caracterizada por el pensamiento y la palabra.
Algo asi como si en
nosotros existiesen tres personas. Pero donde todo esta
entremezclado de una extraña
manera.
Podemos apreciar entonces
el valor de la observación de sí como
metodo
de trabajo practico que
permite conocerse y entrar en si mismo. A medida que
progresamos nos damos mas y
mas cuenta de la real situacion en que nos
encontramos. En definitiva,
el contenido interior del hombre es analogo a un
recipiente lleno de limaduras en
estado de mezcla por accion mecanica, de modo
tal que cualquier choque
sufrido por el recipiente provocara un desplazamiento
de las particulas de
limadura. Es asi como la vida real escapa al ser humano, a
causa de ese cambio
permanente de su vida interior.
No obstante, como veremos
mas adelante, esta insensata y peligrosa
situacion puede ser
favorablemente modificada. Ello requiere trabajo, esfuerzos
conscientes y sostenidos.
La introspeccion mantenida incansablemen te trae
como consecuencia una
sensibilizacion interior que, a su vez, intensificara la
amplitud y frecuencia de
los movimientos en ocasion del desplazamiento de las
particulas de limadura. De
esta forma, los choques que antes pasaban desapercibidos
provocaran de ahi en
adelante vivas reacciones. Por su continua
amplificacion, estos
movimientos llegaran a producir un frotamiento de tal
intensidad entre las
particulas de limadura, que un dia se podra sentir el fuego
interior encenderse en si.
No basta una simple
llamarada ni basta que el fuego arda bajo las
cenizas. Un fuego vivo,
ardiente, una vez encendido debe ser cuidadosamente
mantenido por la voluntad
de afinar y cultivar la sensibilidad. Si esto ocurre,
nuestro estado puedē
cambiar: el calor de la llama provocara en nosotros la soldadura.
De ahí en adelante el contenido interior ya
no formará un
conglomerado
de partículas
de limadura; formará un
bloque. Los choques sufridos ya no
provocarán en
el hombre, como antes, un cambio interior. Alcanzado este
punto, habrá
adquirido la firmeza y permanecerá él
mismo en
medio de las
tempestades de la vida.
Tal es la perspectiva que
se abre a quien estudia la ciencia esotérica.
Para alcanzar el estado que
se acaba de describir habrá que desembarazarse
desde el comienzo de toda
ilusión
respecto a sí
mismo, por cara que sea, pues,
tolerada al principio, una
ilusión de
esta índole
crecerá sobre
la marcha y, para
deshacerse de ella, serán
necesarios sufrimientos y esfuerzos complementarios.
En tanto el hombre no lo haya
alcanzado lavida constituye una
existencia fáctica,-ya
que él
mismo cambia a cada instante. Y dado que esos
cambios se producen bajo el
efecto de choques exteriores que él casi nunca
puede prever, le es
igualmente imposible estimar de antemano sus propios
cambios interiores. Vive
librado a los acontecimientos, ocupado en recomponer
todo con subterfugios. En
realidad, avanza hacia lo desconocido, librado al azar.
Este estado de cosas es
llamado en la Tradición Ley
del Azar o Ley del Accidente y
es la ley principal bajo
cuyo imperio lleva el hombre, tal como es, su ilusoria
existencia. El hombre
reacciona como puede contra la constante presión de las
dificultades y las
obligaciones que pesan sobre él. En cuanto a los cambios
interiores, los percibe
generalmente por las reacciones instintivas compensadoras
que provocan y adopta en
cada circunstancia una actitud definida.
Procura, a cualquier
precio, sino Es, al menos parecer logico consigo mismo y
dueño de sus actos. Ante un golpe de suerte
o un éxito
inesperado, trata de
persuadir a quienes lo
rodean, e indirectamente de convencerse a si mismo, que
no esta para nada
sorprendido, que había
previsto el desarrollo de los hechos y
que todo habia sido
calculado de antemano. En el caso contrario, si fracasa,
echara la culpa a los demás, a
los acontecimientos y, en general, a las circunstancias.
Esto sucede porque el
frotamiento de la limadura produce en nosotros
una sensación
desagradable y sentimos la necesidad de desembarazarnos de
ella lo mas rápido
posible. El movimiento de la limadura se detiene cuando
encontramos una solución: el
falso motivo que nos permite detener el choque.
Es asi como el hombre se
nos aparece constantemente preocupado por recomponer
con subterfugios su
interior. Esto, con el tiempo, se torna automático.
Boris Mouravieff
-Al hablar de si mismo, el
hombre dice: Yo. Es quizas el termino mas
enigmatico y menos definido
del lenguaje humano. En efecto, al hablar de su
cuerpo, el hombre lo trata
en tercera persona, lo cual es correcto. Ahora bien, al
hablar de su Alma, la trata
tambien en tercera persona. Afirma asi que el no es
ni su cuerpo ni su Alma.
Aunque parezca a primera vista paradojico, esta es la
regla para la inmensa
mayoria de los seres humanos. Pero si el hombre no es ni
el cuerpo ni el Alma, .que
es, entonces, el hombre? .Que es ese Yo que siente en
el y al cual se esfuerza
por comunicarle aunque mas no sea una apariencia de
continuidad logica?
s articulas de limadura,
cuya posicion relativa cambia todo el
t i e o son precisamente
laslue en su conjunto representan nuestro Yo. Este Yo
no es constante, toma una
multitud de aspectos diferentes pero es en todo caso
el Yo con el cual el
hombre —tal
como nacio sobre la Tierra— evoluciona
en la vida.
Ese Yo no solo no es
ni constante ni permanente sino que, además, es
multiple, dado que cada uno
de los tres hombres que coexisten en el hombre y
de los cuales hemos hablado
antes, es igualmente un sujeto compuesto. De
modo que nuestro Yo es en
realidad un conjunto formado por una multitud de
pequeños yoes, relativamente autónomos,
cada uno con su tendencia a actuar a
su manera. Esta es la
naturaleza de nuestro Yo, legión
Boris Mouravieff
La metáfora de la imagen significa el Yo Real o Amo en
el centro y alrredor 7 caracteristicas bases de la personalidad, llamadas
pasiones, pecados que son los ejes de los yoes. La palabra Legión significa en
su tercera acepción: muchedumbre.