domingo, 20 de mayo de 2012

LOS TIPOS ENDOCRINOS


II Tipos Endocrinos:




Como vimos en EL HOMBRE COMO MICROCOSMOS  I- Los siete sistemas y sus reguladores:
Tenemos ahora una base para estudiar la posibilidad de que los planetas dirijan órganos diferentes y, por extensión, los tipos en que tienen dominio estos órganos receptivos.
Muchas tentativas se han realizado en la historia para distinguir y satisfacer a los diferentes tipos de hombres en esta forma, desde los sistemas medieval y oriental de castas, las distintas órdenes de la Iglesia Católica hasta la clasificación de la sangre y la clasificación endocrina del presente. Esta idea fue desarrollada particularmente en las enseñanzas astrológicas de la Edad Media, aunque la falta de un conocimiento químico y biológico preciso y, en particular, el hecho de que Urano y Neptuno todavía eran desconocidos, asignándose sus efectos entre los planetas conocidos, acarrearon gran confusión y conjeturas. Como quiera que sea, la idea general del gobierno de diferentes órganos por planetas diferentes produjo algunos intentos muy interesantes por describir y distinguir los llamados tipos planetarios. Y es un tributo sorprendente a los estudiosos de las escuelas alquímicas entre los siglos XIII y XVII el hecho de que no obstante que todo lo demás de su sistema se ha perdido desde hace mucho tiempo, las palabras que usaron en relación con aquel han pasado al uso general y todavía evocan en los hombres ordinarios la mejor idea de los tipos que es posible tener sin una preparación especial. Estas palabras (lunático, mercurial, venéreo, marcial, jovial y saturnino) se derivaron de afinidades entre el hombre y el sistema solar, conectando cada tipo con el correspondiente planeta. Naturalmente, en su origen lunático se refería sencillamente al tipo que servía a una función semejante en la humanidad, a la de la Luna en el sistema solar y sólo después vino a referirse en especial a la gente anormal de este tipo. Análogamente, la palabra venéreo se refería en general al tipo con afinidad por Venus. Todas las demás palabras han retenido sorprendentemente bien su significado. Por esto, con dos ligeras modificaciones, intentaremos estudiar los tipos humanos bajo éstos que son los mejores nombres de que disponemos.

Si tratamos de pasar revista a las principales teorías  de la Astrología, a la luz de las ideas modernas y libres de la superstición y la asociación  acumuladas, disponemos de la proposición  siguiente: Cada glándula endocrina, o su plexo nervioso asociado, esta sincronizada al magnetismo de un planeta individual. Naturalmente, este magnetismo particular será  más fuerte cuando un planeta se encuentre en el zenit, brillando verticalmente a través  del mínimo grosor de la atmosfera, exactamente como la luz y el calor solar son más fuertes a mediodía.
Mientras más bajo se hunde en el cielo y mientras más agudo sea el Angulo por el que su influencia deba pasar a través de la cubierta de aire, más débil será el efecto, como lo es el del Sol al amanecer y al anochecer. Cuando se encuentra por debajo del horizonte, su efecto solo se recibirá en una forma difusa, y será pasivo más que activo por su paso a través o alrededor de la Tierra. La altura de un planeta dado en el cielo, será, por tanto, una medida exacta del grado de estimulo impartido a la glándula correspondiente en un momento dado.
Cada una de las glándulas tiene tres aspectos. Estos aspectos son puestos en acción en diferentes momentos, de acuerdo con el estimulo planetario entonces operante. El aspecto primero y más elemental, que probablemente está conectado con la raza y la herencia en una forma muy general, se pone en acción mediante el acomodo de cromosomas en el huevo en el momento crítico de la concepción, y está determinado por la disposición de los planetas en ese instante.
El segundo aspecto, que probablemente sea más responsable de lo que ordinariamente reconocemos como el tipo físico, es puesto en acción en el momento igualmente critico del nacimiento cuando el niño, súbitamente removido del aislamiento en el útero materno, es expuesto por primera vez al aire y a la radiación solar y planetaria directa. En este momento las glándulas, en su segundo aspecto, reciben cada una un ímpetu diferente y preciso, que las pone en acción y fijo su arreglo relativo por toda la vida. Si imaginamos un grupo de siete fotómetros fotográficos, cada uno sensible a la luz de un planeta
Diferente, y que son afectados permanentemente por las indicaciones que registran en el momento en que se les saca del cuarto oscuro, obtenemos cierta visión de este ‘arreglo’ de la maquinaria humana en el nacimiento. Las sucesivas exposiciones que se hagan según estos siete fotómetros, serán siempre diferentes y características. Y así ocurre con el
Rendimiento de las diferentes glándulas y las funciones que a ellas están asociadas. Por el arreglo que les hacen los planetas que las gobiernan en el momento del nacimiento son, como antes supusimos, determinados definitivamente la forma, el color, el tamaño, la rapidez de reacción y demás cualidades internas y externas del individuo.
El tercer aspecto potencial de las glándulas es o puede ser puesto en acción en un momento posterior de la vida, cuya fecha exacta es difícil determinar. Puesto que este tercer aspecto debe estar conectado con funciones humanas potenciales, desarrolladas con el crecimiento de un alma. Pero ahora pasaremos por alto el primer y tercer aspecto y nos concretaremos al segundo aspecto de las glándulas, provocado y determinado por estímulos planetarios en el momento del nacimiento y del que depende la naturaleza física del hombre como individuo, es decir, lo que ordinariamente reconocemos como su tipo.
Organicemos el material que han puesto a nuestra disposición la química y la fisiología modernas en la investigación de la naturaleza y la función de los diferentes tipos endocrinos y podremos apreciar como concuerda o difiere con las antiguas descripciones.
Al mismo tiempo debe recordarse que no existe aquello de los tipos puros, puesto que en cada hombre todas las glándulas deben funcionar, siendo incapaz de vivir el individuo si una sola de ellas es destruida.
Más aun, cada glándula afecta y es afectada por cada una de las otras, de modo que en la práctica es imposible aislar el efecto de una cualquiera de ellas. Si estudiamos pues los llamados “tipos”, significa solo que intentamos encontrar ejemplos extremos y hasta patológicos del dominio de una u otra glándula, para determinar su naturaleza particular.
En un hombre “perfecto” la acción de todas las glándulas estaría exactamente balanceada, y en cuanto un hombre se acerque más a este equilibrio, será tanto menos fácil clasificarlo como un tipo. El organismo ideal sería una síntesis de todos los tipos; pero este, haría que un hombre disfrutara de poderes extraordinarios y tales hombres parece que no se
Producen por accidente.
Considerando a las glándulas en el orden de nuestra espiral y de nuestra tabla, principiamos con el limo, que forma una larga masa esponjosa montada a horcajadas sobre el tubo conductor de aire y en las inmediaciones del corazón. Se conoce muy poco sobre esta glándula, excepto que desempeña un papel muy importante en el crecimiento del organismo durante la infancia y que en la mayoría de los casos tiende a atrofiarse después de la adolescencia, en relación aparente con la intervención del sexo. Y las suprarrenales.
Sus células son idénticas a las células linfáticas y probablemente aquella ayuda a promover un alto abastecimiento de linfa, necesario por la gran velocidad del proceso metabólico en la infancia. El tipo tilico conocido por los endocrinólogos por su tez sonrosada, huesos y dientes delicados y especial aire de bella fragilidad, es solo una descripción de Peter Pan, el niño grande. Hasta donde podemos ver, el timo, asociado tan estrechamente al corazón, es –como podemos suponer por la disposición en nuestra espiral– la glándula que suelta el resorte del crecimiento. Cuando se completa el crecimiento, su primera tarea está cumplida. La posibilidad de una función potencial ulterior, que normalmente no se realiza, se discutirá mas adelante. Este tipo no se describe habitualmente en los textos astrológicos, aunque hay sugestivos intentos ocasionales por distinguir un tipo solar, que nos recuerda que el lugar y la función del timo le señalan como el regulador de ese indiferenciado impulso de vida original que solo puede provenir del Sol.
La siguiente glándula, el páncreas, está asociado con el sistema linfático y en compañía del hígado controla la digestión de los alimentos. Esta es la naturaleza ‘húmeda’ del hombre, que en un capitulo anterior encontramos que está particularmente sujeta a la atracción de la Luna. Una parte del páncreas secreta insulina. Que promueve el almacenamiento del azúcar y actúa contra las suprarrenales que dirigen su combustión súbita bajo demandas urgentes y altamente emotivas. Por tanto, tiende a abatir o extinguir el ‘fuego’ de la actividad adrenal. Aunque la moderna endocrinología no distingue un tipo pancreático tan claramente como aquellos producidos por otras glándulas, la gente con este predominio tendrá todas las formas carnales llenas Y redondeadas (‘cara de luna’), debido a la plenitud de linfa. Serán pasivas, caprichosas e introspectivas, características todas opuestas a aquellas del apasionarlo, vigoroso y violento tipo adrenal. De hecho, se aproximaran a las descripciones del tipo melancólico o lunático y que se asociaba con el elemento acuoso y a sus consecuentes características de fluidez e inestabilidad.
Como siguiente, en orden ascendente de acuerdo con la tensión del voltaje o de la energía utilizada, tenemos la glándula tiroides, situada en la garganta debajo de la manzana de Adán. Esta glándula controla la combustión del aire que se respira y, como la llave del caldero de una locomotora a vapor, regula el calor producido y, en consecuencia, la velocidad de todo el mecanismo. Mientras actúa mas intensamente la tiroides, más inquieta y nerviosa será la apariencia. El elemento pesado, yodo, que frecuentemente se menciona en relación con esta glándula, es como el peso sostenido sobre la llave de ese caldero para prevenir que se abra y que se funda el mecanismo.
En endocrinología el tipo tiroideo se describe como delgado de cuerpo, con rasgos bien acusados, pelo grueso y con frecuencia ondulado, ojos brillantes, dientes y boca muy desarrollada; percepción y volición rápidas, impulsivo, con tendencia a las crisis explosivas de expresión, revoltoso, insomne e inagotable. En otras palabras, el viejo tipo Aéreo, sanguíneo o mercurial, al que estrechamente corresponde esta descripción moderna.
En lo que se refiere al efecto del siguiente grupo de glándulas, las pequeñas paratiroides, que están situadas en la tiroides y que actúan como su pareja o complemento, la endocrinología no dispone de mucho material. Solo se sabe que su acción contra la tiroides (que produce movimiento y volatilidad) se logra mediante la promoción del metabolismo del calcio, elemento estabilizador, y del fosforo, elemento mediador. Con las paratiroides poco desarrolladas, el individuo resulta patológicamente nervioso, inquieto e hipersensible ante los estímulos mas moderados, aun ante la luz. Las paratiroides acentúan la vida pasiva, vegetativa: producen firmeza y tono del musculo y los nervios – una calma sensitiva y una tibia pasividad. Su campo es el de carne y sangre’, de la nutrición celular y el desarrollo del volumen. Este, en la vieja astrología, es el tipo venusino, el papel femenino de crecimiento en la inactividad.
Las glándulas suprarrenales, que usan energía del siguiente poder superior, son dos.  Pequeñas capsulas montadas sobre los riñones. Están formadas de dos partes, el corazón o medula que produce una hormona que motiva todos los fenómenos en relación con el miedo y la huida, y la cubierta o corteza, que secreta otra hormona, que se caracteriza por
Manifestaciones de ira y rijosidad. Ambas, probablemente por intermedio de su elemento clave, el potasio, crean una elevación general del tono y sensibilidad del organismo. Son las glándulas de la “pasión”, y en estas diferentes maneras expresan el impulso fundamental de auto conservación. El tipo adrenal tiene piel morena o pecosa, de rostro y cuerpo hirsutos, frecuentemente con pelo de color poco común –negro entre los escandinavos, amarillo entre los latinos, pelirrojo entre otros pueblos. Tiene dientes caninos y una línea baja de pelo y es vigoroso, enérgico y apasionado –el tradicional
Guerrero–, pequeño, fiero y marcial.
Las dos glándulas siguientes, como la tiroides y paratiroides, forman una pareja que controla cualidades complementarias balanceándose recíprocamente. Juntas, forman los dos lóbulos de la pituitaria, un pequeño órgano del tamaño de una semilla de cereza colocado en una caja ósea por detrás del puente de la nariz. El primer lóbulo, desde nuestro punto de vista, es el de la pituitaria posterior. Esta glándula, en cuya acción el sodio desempeña un papel clave, controla los músculos involuntarios de la porción interna e instintiva del organismo, particularmente los de los intestinos, vejiga y útero. Regula,
También, la producción de leche para amamantar y, en general, es la glándula de las cualidades maternales. El tipo es bajo, redondeado, robusto, con cabeza grande, de vientre voluminoso y con poco pelo en el cuerpo. Tiende a la periodicidad de funciones, apareciendo el ritmo aun en las crisis de temperamento y actividad y está dotado de una inclinación hacia la poesía y la música. Gente así es alegre, animosa y tolerante – los Falstaff, el clásico tipo jovial.
La pituitaria anterior promueve rasgos masculinos tan claramente como la posterior lo hace con los femeninos. Esta glándula esta íntimamente relacionada, por una parte, con el sistema esquelético y, por la otra, con la función del pensamiento abstracto y la razón. Su secreción exagerada resulta en un crecimiento anormal de los huesos largos y particularmente de las articulaciones y extremidades, tales como las manos, pies y mandíbula (acromegalia). El tipo pituitario anterior es largo de huesos, con formas bien desarrolladas. Músculos largos y firmes; de cabeza alargada, cara huesuda y marcada por
Una nariz larga y prominente, mandíbula cuadrada, pómulos desarrollados y dientes largos, con una mente comprensiva, habilidad para aprender y capacidad para controlarse a sí mismo y mandar sobre lo que le rodea. Este, en la vieja nomenclatura, es el tipo flemático o saturnino. Por tanto, las primeras seis glándulas se disponen en tres pares –conteniendo cada par un elemento masculino y otro femenino, que se complementan y oponen entre sí. Las suprarrenales y el páncreas, o Marte contra la luna; las tiroides y las paratiroides, o Mercurio contra Venus; y las pituitarias anterior y posterior, o Saturno contra Júpiter – estos forman entre ellos un conjunto de seis valencias, perfectamente contrapesado.
Cuando llegamos a las gónadas o glándulas sexuales, que corresponden en cierta forma a la posición de Urano en el Sistema Solar, logramos entender ahora porque su papel ha dado lugar a tanta confusión. Porque cada una de las otras glándulas afecta al sexo, le prestan su color y tratan de disfrazarse como sexo. A efecto de comprenderlo en su pureza,
El sexo debe ser separado de la sensualidad venusina de las paratiroides, de la pasión marcial de las suprarrenales, de la afección maternal de la pituitaria posterior, y de la maestría saturnina del lóbulo anterior. El sexo debe ser algo diferente a todo esto y más fundamental. Debe estar relacionado con el principio esencial de los dos sexos y su poder conjunto de creación. Deberá incluir todas las emociones más profundas originadas en su interacción y, aparte de dar hijos del cuerpo, deberá inspirar música, poesía, arte y toda la aspiración del hombre por crear, emulando a su Hacedor.

La última glándula sobre nuestra espiral, como Neptuno es el último planeta mayor en el cielo, es el misterioso cuerpo pineal, enterrado en el punto focal del cerebro y relacionado con los sistemas psíquicos más delicados del hombre. Sola entre las glándulas, es única más bien que doble en su forma y, de esto, los viejos fisiólogos y psicólogos como
Descartes, por ejemplo, dedujeron que era el lugar donde se alcanzaba la unidad o equilibrio, y que ese era el asiento esencial del alma. La glándula pineal es un tejido en forma de cono, cuyas células nerviosas contienen pigmento similar al de la retina y que ordinariamente se fosiliza después de la adolescencia, mediante el depósito de sales de
Calcio. A medida que avanza este proceso, los músculos relativos se desgastan y son reemplazados por grasa. Prácticamente nada se conoce o se supone acerca de las funciones de la glándula pineal, y solo podemos decir. Por ahora, que todo indica que estas funciones son potenciales y hasta el momento irrealizadas.
Así se completa la serie de receptores planetarios por los que las diferentes funciones del cuerpo se sostienen y regulan. Y si se objeta que las descripciones de sus tipos conexos se acercan a la adivinanza, debemos admitir, entonces, que no son sino un intento de aproximación a la naturaleza de las diferentes energías, mediante un estudio empírico (le sus manifestaciones. Esto, en esencia, no es satisfactorio, como no lo será tratar de expresar la naturaleza de un perro detallando su figura, color, modo en que crece su pelo, etc. Solo puede desarrollarse una intima comprensión de las glándulas, estudiando su
Acción peculiar e individual en uno mismo. En un libro, por su propia naturaleza, este método se excluye. Recordemos, entonces, que las glándulas actúan mediante energías diferentes en una escala de creciente frecuencia, hasta que logremos alcanzar reinos en donde su poder (le penetración sea tal, que no podamos siquiera sonar las potencialidades involucradas en aquel.

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