miércoles, 26 de septiembre de 2012

YO






Un día, con referencia a la descripción de un ejercicio de concentración, en el cual se trataba
de llevar la atención de una parte del cuerpo hacia otra, G. preguntó:
¿Cuándo ustedes pronuncian la palabra Yo en voz alta, pueden notar dónde resuena en
ustedes esta palabra?"
No comprendimos en seguida lo que quería decir. Pero algunos de los nuestros comenzaron a
notar muy pronto que cuando pronunciaban la palabra Yo, tenían la impresión de que esa
palabra resonaba en la cabeza, otros la sentían en el pecho, otros encima de la cabeza — fuera
del cuerpo.
Debo decir aquí que, por mi parte, yo era totalmente incapaz de provocar esta sensación en
mí, y que tenía que referirme a los otros.
Al escuchar todas nuestras conversaciones, G. dijo que un ejercicio de este género se había
conservado hasta nuestros días en los monasterios del monte Athos.
Un monje se mantiene en una cierta posición, ya sea arrodillado o de pie, los brazos en alto
con los codos en ángulo, y dice "Ego" en voz alta y sostenida, escuchando a la vez dónde
resuena esta palabra.
La meta de este ejercicio es la de hacerle sentir su "Yo" cada vez que piensa en sí mismo, y de
hacer pasar su "Yo" de un centro a otro.
G. recalcó varias veces la necesidad de estudiar esta "técnica" olvidada, porque dijo que sin
ella es imposible obtener resultado alguno en el camino de la religión, aparte, claro está, de
resultados puramente subjetivos.
Si lo desean se puede aprovechar esta oportunidad de la lectura, para tratar de hacer este, ejercicio. Si no es mucho pedir al que pueda dejar un comentario de lo que percibió, haciendo ese ejercicio.
-Recuerden, dijo, que toda religión verdadera — hablo de aquellas que fueron creadas por
hombres realmente sabios con una meta precisa — está compuesta de dos partes. La primera
enseña lo que debe ser hecho. Esta parte recae en el dominio de los conocimientos generales y
se corrompe con el tiempo a medida que se aleja de su origen. La otra parte enseña cómo
hacer lo que enseña la primera. Esta segunda -se conserva secretamente en ciertas escuelas, y
con su ayuda siempre se puede rectificar lo que ha sido falseado en la primera parte, o
restaurar lo que ha sido olvidado.
"Sin esta segunda parte, no puede haber conocimiento de la religión, o en todo caso, este
conocimiento permanece incompleto y muy subjetivo.
Fragmentos de una enseñanza desconocida.