miércoles, 28 de julio de 2010

El Cuarto Camino


“Las ideas son una llamada perentoria, una llamada hacia otro mundo, una llamada de alguien que sabe y que puede mostrarnos el camino. Pero la transformación del ser humano requiere algo más. Sólo puede llevarse a cabo si hay un verdadero encuentro entre la fuerza consciente que desciende, y la total entrega que le responde. Esto da por resultado una fusión.

“Entonces puede aparecer una nueva vida en un nuevo conjunto de condiciones que sólo las puede crear y desarrollar quien tenga una conciencia objetiva.

“Mas para comprender esto, uno mismo debe haber pasado por todas las etapas de este desarrollo.

“Sin tal experiencia y comprensión, el trabajo perderá su efectividad y las condiciones serán interpretadas erróneamente; no serán dadas en el momento adecuado y veremos situaciones y esfuerzos que permanecen en el nivel de la vida ordinaria y que se repiten inútilmente”.

De la introducción de Jeanne de Salzmann al libro
Perspectivas desde el mundo real
Editorial Ganesha, Caracas, 2007





Bibliografía
Obras de G. I. Gurdjieff

Relatos de Gurdjieff: Relatos de Belcebú a su Nieto en Video
Subtitulado al Español

Relatos de Belcebú a su Nieto en Videos
Subtitulados al Español


•Relatos de Belcebú a su nieto, Libro 2



Relatos de Belcebú a su nieto, Libros Completos,
.una traducción que no es igual a otras ediciones por ejemplo la de Editorial Sirio

Editorial Sirio Los tres Libros en 1 $240.- Argentina 

Editorial Ganesha en tres Tomos  $120 C/tomo



•Relatos de Belcebú a su nieto, Libros  I, II y III
Colección Ganesha, Editorial Ganesha, Caracas, 2001.


•Encuentros con hombres notables,

Editorial Sirio

Edit. Ganesha, hay otra versión de Tapa

•La vida es real sólo cuando “Yo soy”,

Editorial Sirio
Editorial Ganesha



•Perspectivas desde el mundo real,


Editorial Sirio



Colección Ganesha, Editorial Ganesha, Caracas, 2007.
Obras de P. D. Ouspensky

•Fragmentos de una enseñanza desconocida,
Colección Ganesha, Editorial Ganesha, Caracas, 2004.


•Psicología de la posible evolución del hombre,
Colección Ganesha, Editorial Ganesha, Caracas, 1996.
Otros autores





•G. J. Blom, Gurdjieff El desarrollo armónico: Las grabaciones completas de armonio 1948 1949,
Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 2008.




•Czeslaw Chejovich, Gurdjieff Mi vida con el maestro,
Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 2006.



•Thomas de Hartmann, Nuestra vida con el señor Gurdjieff,
Librería Hachette, Buenos Aires, 1979.


•Nathalie de Salzmann de Etievan, ¡No saber es formidable!,
Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 2007.


•Nathalie de Salzmann de Etievan, Tal como uno hace su cama, se acuesta,
Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 2008.

•Paul Dukes, De un solo aliento Una interpretación perdida del Padre Nuestro,
Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 1998.




•Christopher Fremantle, De la atención,
Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 1996.





•John Fuchs, Cuarenta años tras los pasos de Gurdjieff,
Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 2004.




















Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 2006.


•C. Stanley Nott, G. I. Gurdjieff Diario de un alumno,
Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 2005.


•A. R. Orage, Del amor y otros ensayos,
Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 2002.



•Bruno de Panafieu, Textos compilados,
Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 1997.

.







•William Segal, Respirar el instante,
Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 2004.







•Henri Tracol, Buscador de nacimiento,
Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 1999.


•Jean Vaysse, Hacia el despertar a sí mismo,
Colección Paracotos, Editorial Ganesha, Caracas, 2005.

La búsqueda de la comprensión del sentido de la vida llevó a Jean Vaysse, en 1947, al encuentro con la enseñanza de Gurdjieff. Trabajando en los grupos de París y más tarde ayudando a dirigirlos, Jean Vaysse sintió que había llegado el momento de expresar, por escrito, una aproximación a la enseñanza de Gurdjieff que facilitara su comprensión para quienes sienten la necesidad, o el deseo, de acercarse al Cuarto Camino.




•René Zuber, ¿Quién es usted, señor Gurdjieff?,
Librería Hachette S.A., Buenos Aires, 1977







IAGF

Fundación Gurdjieff Caracas
www.gurdjieffcaracas.org

miércoles, 21 de julio de 2010

LOS CAMINOS

LOS CUATRO CAMINOS
Primera Parte





LOS CUATRO CAMINOS
FAQUIR MONJE YOGUI Y 4TO. CAMINO

—Dije la última vez que la inmortalidad no es una propiedad con la que nace el hombre, pero
que ella puede ser adquirida. Todos los caminos que conducen a la inmortalidad —los que son
generalmente conocidos y los otros— pueden dividirse en tres categorías:
1. El camino del faquir.
2. El camino del monje.
3. El camino del yogui.
"El camino del faquir es el de la lucha con el cuerpo físico. es el camino del trabajo sobre la
primera habitación. Es largo. difícil y dudoso. El faquir se esfuerza en desarrollar la voluntad
física, el poder sobre el cuerpo. Lo obtiene mediante terribles sufrimientos, torturando al
cuerpo. Todo el camino del faquir está hecho de ejercicios físicos increíblemente penosos. Se

mantiene de pie, en la misma posición, sin movimiento alguno, durante horas, días, meses o
años; o bien, sentado sobre una piedra desnuda, bajo el sol, bajo la lluvia, bajo la nieve,
mantiene los brazos extendidos o bien se tortura con fuego o con un hormiguero en el que
pone sus piernas desnudas, y así sucesivamente. Si no se enferma o no muere, se desarrolla en
él lo que puede llamarse la voluntad física y obtiene entonces la cuarta habitación, es decir, la
posibilidad de formar el cuarto cuerpo. Pero sus otras funciones —emocionales,
intelectuales— permanecen sin desarrollar. Ha conquistado la voluntad, pero no tiene nada en
qué poderla aplicar, no puede hacer uso de ella para adquirir el conocimiento o perfeccionarse
a sí mismo. Por lo general está demasiado viejo para iniciar un trabajo nuevo.
"Pero ahí donde hay escuelas de faquires, también hay escuelas de yoguis. Por lo general los
yoguis no pierden de vista a los faquires y si un faquir obtiene lo que anhela antes de ser
demasiado viejo lo llevan a una de sus escuelas para curarlo; restablecen en él su poder de
movimiento, después de lo cual comienzan a enseñarle. Un faquir tiene que volver a aprender
a hablar y a caminar como si fuera un niño. Pero ahora tiene una voluntad que ha superado
dificultades increíbles y ésta podrá ayudarlo a vencer las dificultades que todavía lo esperan
en la segunda parte de su camino, en la que se tratará de desarrollar las funciones intelectuales
y emocionales.
"Ustedes no se pueden imaginar las pruebas a las que se someten los faquires. Yo no sé si
ustedes han visto a los verdaderos faquires. Por mi parte he encontrado muchos; me acuerdo
de uno de ellos que vivía en el patio interior de un templo de la India; hasta he dormido a su
lado. Día y noche, durante veinte años, se había mantenido sobre la punta de los dedos de las
manos y de los pies. Ya no podía enderezarse ni desplazarse, sus discípulos lo transportaban y
lo llevaban al río, donde lo lavaban como a un objeto. Pero resultados de esta clase no se
obtienen en un día. Piensen en todo lo que ha tenido que sobrellevar, en las torturas que ha
debido sufrir para alcanzar este grado.
"Y un hombre no se convierte en faquir debido a sentimientos religiosos o porque comprende
las posibilidades y los resultados de este camino. En todos los países del Oriente donde
existen faquires, la gente del pueblo tiene la costumbre de prometer a los faquires el niño
nacido después de algún acontecimiento feliz. También se da el caso de que los faquires
adopten huérfanos o le compren sus niños a los indígenas. Éstos se convierten en sus alumnos
y los imitan, ya sea de buen grado o constreñidos a hacerlo; algunos lo hacen sólo en
apariencia, pero hay otros que se convierten realmente en faquires.
"Además, otros siguen este camino simplemente por haber sido fuertemente impresionados al
ver a algún faquir. Cerca de todos los faquires que se pueden ver en los templos, se encuentra
gente que los imita, sentados o de pie, en la misma postura. Naturalmente que no lo hacen por
mucho tiempo, pero algunas veces durante largas horas. Y sucede también que un hombre que
ha entrado accidentalmente en un templo, en un día de fiesta, después de haber comenzado
por imitar a algún faquir que lo había impresionado, no regresa más a su hogar, sino que se
une a la multitud de discípulos; más tarde él mismo llegará a ser faquir. Ustedes deben
comprender que en estos casos yo no le doy a la palabra faquir su sentido propio. En Persia el
término faquir significa simplemente un mendigo; en la India, los juglares, los saltimbanquis,
a menudo se denominan ellos mismos faquires. Y los europeos, especialmente los europeos
cultos, le dan a menudo el nombre de faquir a los yoguis, lo mismo que a los monjes errantes
de diversas órdenes.
"Pero en realidad, el camino del faquir, el camino del monje y el camino del yogui, son
enteramente diferentes. Hasta ahora no he hablado sino de los faquires. Es el primer camino.
"El segundo es el del monje. Es el camino de la fe, del sentimiento religioso y de los
sacrificios. Un hombre que no tuviera muy fuertes emociones religiosas y una imaginación
religiosa muy intensa, no podría llegar a ser un «monje» en el verdadero sentido de la palabra.
El camino del monje es también muy duro y muy largo. El monje pasa años y decenas de años

luchando contra sí mismo; pero todo su trabajo está concentrado sobre la segunda habitación,
sobre el segundo cuerpo, es decir, sobre los sentimientos. Sometiendo todas sus otras
emociones a una sola, que es la fe, desarrolla en sí mismo la unidad, la voluntad sobre las
emociones, y por este camino alcanza la cuarta habitación. Pero su cuerpo físico y sus
capacidades intelectuales pueden quedarse sin desarrollo. Para poder servirse de lo que él
habrá obtenido, tendrá que cultivarse física e intelectualmente. Esto no se podrá realizar sino
por medio de nuevos sacrificios, de nuevas austeridades, de nuevos renunciamientos. Un
monje tiene que llegar a ser un yogui y un faquir. Son muy escasos los que llegan tan lejos;
más escasos aún los que llegan a triunfar sobre todas las dificultades. La mayoría muere antes
de arribar a esto o no llega a ser «monjes» sino en apariencia.
"El tercer camino es el del yogui. Es el camino del conocimiento, el camino del intelecto. El
yogui trabaja sobre «la tercera habitación» para llegar a penetrar en la cuarta por medio de sus
esfuerzos intelectuales. El yogui llega a alcanzar «la cuarta habitación» al desarrollar su
intelecto, pero su cuerpo y sus emociones quedan sin desarrollarse y, como el faquir y el
monje, es incapaz de sacar partido de su victoria. Lo sabe todo pero no puede hacer nada. Para
ser capaz de hacer debe conquistar el dominio sobre su cuerpo, sobre sus emociones, es decir
sobre la primera y la segunda habitación. Para lograr esto, le es necesario comenzar a trabajar
de nuevo, y no obtendrá resultados sin esfuerzos prolongados. En este caso, sin embargo, él
tiene la ventaja de comprender su posición, de conocer lo que le falta, lo que debe hacer, y la
dirección que debe seguir. Pero, así como en el camino del faquir o del monje, también en el
del yogui son muy escasos los que adquieren tal conocimiento, ES decir, obtienen el nivel en
el que un hombre puede saber a dónde va. La mayoría se detiene en un cierto grado de
desarrollo y no va más lejos.
"Los caminos también difieren mucho los unos de los otros en relación al maestro, o al guía
espiritual.
"En el camino del faquir un hombre no tiene maestro en el verdadero sentido de la palabra. En
este caso, el maestro no enseña, simplemente sirve de ejemplo. El trabajo del alumno se limita
a imitar al maestro.
"El hombre que sigue el camino del monje tiene un maestro y parte de sus deberes, parte de su
tarea, consiste en tener una fe absoluta en él, en someterse por completo a su maestro, en
obedecer. Pero lo esencial en el camino del monje es la te en Dios, el amor a Dios, los
esfuerzos ininterrumpidos para obedecer a Dios y servirlo, aunque en su comprensión de la
idea de Dios y del servicio de Dios, pueda haber una gran parte de subjetividad y muchas
contradicciones.
"En el camino del yogui no hay que hacer nada, y no se debe hacer nada, sin un maestro. El
hombre que emprende este camino, al comienzo debe imitar a su maestro como el faquir y
creer en él como el monje. Pero después, paulatinamente, llega a ser su propio maestro,
aprende los métodos de su maestro y gradualmente se ejercita en aplicárselos a sí mismo.
"Pero todos los caminos, tanto el del faquir como el del monje y el del yogui, tienen un punto
en común. Todos comienzan por lo que es más difícil, un cambio total de vida, un
renunciamiento a todo lo que es de este mundo. Un hombre que tiene un hogar, una familia,
debe abandonarlos, debe renunciar a todos los placeres, apegos y deberes de la vida, y partir al
desierto, entrar en un monasterio o en una escuela de yoguis. Desde el primer día, desde el
primer paso sobre el camino, debe morir para el mundo; sólo así puede esperar obtener algo
en uno de estos caminos.
"Para captar la esencia de esta enseñanza es indispensable darse cuenta cabal de que los
caminos son los únicos métodos capaces de asegurar el desarrollo de las posibilidades ocultas
del hombre. Además muestra cuán raro y difícil es un desarrollo de esta clase. El desarrollo de
estas posibilidades no es una ley. La ley para el hombre es una existencia dentro del círculo de
las influencias mecánicas, es el estado del «hombre-máquina». El camino del desarrollo de las

posibilidades ocultas es un camino contra la naturaleza, contra Dios. Esto explica las dificultades 
y el carácter exclusivo de los caminos. Son estrictos y estrechos. Sin embargo, nada se
puede alcanzar sin ellos. En el océano de la vida ordinaria, y especialmente de la vida moderna, los caminos aparecen sólo
como un fenómeno minúsculo, apenas perceptible, que desde el punto de vista de esta vida no
tiene la menor razón de ser. Pero este fenómeno minúsculo contiene en sí mismo todo cuanto
el hombre dispone para el desarrollo de sus posibilidades ocultas. Los caminos se oponen a la
vida de todos los días que está basada en otros principios y sometida a otras leyes. He aquí el
secreto de su poder y de su significación. En una vida ordinaria, aunque esté llena de intereses
filosóficos, científicos, religiosos o sociales, no hay nada y no puede haber nada en ella que
ofrezca las posibilidades contenidas en los caminos. Porque éstos llevan al hombre o pueden
llevarlo a la inmortalidad. La vida mundana, aun la más exitosa, lleva a la muerte y no puede
llevar a ninguna otra cosa. La idea de los caminos no puede ser comprendida si se admite la
posibilidad de la evolución del hombre sin su ayuda.
"Por regla general, es duro para un hombre resignarse a esta idea; le parece exagerada, injusta
y absurda. Tiene una comprensión pobre del sentido de la palabra «posibilidad». Se imagina
que si tiene algunas posibilidades en sí mismo, éstas tendrán que desarrollarse y que por cierto
los medios de desarrollo están a su alcance. Partiendo de un total rechazo a reconocer en sí
mismo cualquier clase de posibilidad, por lo general el hombre pasa súbitamente a la
imperiosa exigencia de su desarrollo inevitable. Para él es difícil adaptarse a la idea de que sus
posibilidades no sólo pueden permanecer en su estado actual de infra-desarrollo, sino aun
atrofiarse definitivamente, y que por lo tanto su desarrollo reclama de él prodigiosos y
perseverantes esfuerzos. De una manera general, si consideramos a las personas que no son ni
faquires, ni monjes, ni yoguis, y de las que podemos afirmar sin temor que jamás serán
faquires, monjes o yoguis, estamos en condición de afirmar con certeza absoluta que sus
posibilidades no pueden ser desarrolladas y que no se desarrollarán jamás. Es indispensable
persuadirse profundamente de esto para comprender lo que voy a decir.
"En las condiciones ordinarias de la vida civilizada, la situación de un hombre, aun
inteligente, que busca el conocimiento, es sin esperanza, porque no tiene la menor posibilidad
de encontrar alrededor de él algo que se asemeje a una escuela de faquires o a una escuela de
yoguis. En cuanto a las religiones del Occidente, han degenerado hasta tal punto que desde
hace mucho tiempo ya no hay nada viviente en ellas. En fin, del lado «ocultista» o
«espiritista», ya no hay nada que esperar sino experiencias ingenuas.
"La situación seria realmente desesperada, si no existiese otra posibilidad, la de un cuarto
camino.
"El cuarto camino no exige que uno se retire del mundo, no exige que uno abandone todo
aquello por lo que se ha vivido hasta el momento. Este camino comienza mucho más lejos que
el del yogui. "Esto significa que es necesario estar preparado para entrar en el cuarto camino,
y que esta preparación, que es de las más serias, tiene que adquirirse en la vida ordinaria y
aplicarla sobre muchos lados diferentes. Además, el hombre que quiere seguir el cuarto
camino tiene que reunir en su vida condiciones favorables al trabajo, o por lo menos aquellas
que no lo hagan imposible; porque es necesario convencerse de que tanto en la vida exterior
como en la vida interior, ciertas condiciones pueden constituir barreras infranqueables para el
cuarto camino. Añadamos aún, que este camino, contrariamente al del faquir, al del monje y
al del yogui, no tiene una forma definida. Ante todo, tiene que ser hallado. Es la primera
prueba. Y es difícil, porque el cuarto camino es mucho menos conocido que los otros tres
caminos tradicionales. Son numerosas las personas que nunca han oído hablar de él o que
niegan simplemente su existencia o aun su posibilidad.
"Sin embargo, el comienzo del cuarto camino es más fácil que el comienzo de los caminos del
faquir, del monje y del yogui. Es posible seguir el cuarto camino y trabajar en él mientras uno
continúa atendiendo sus ocupaciones ordinarias, en las condiciones habituales de la vida, sin
cortar las relaciones que uno tiene con la gente, sin abandonar nada. Este camino no exige el
renunciamiento. Por el contrario, las condiciones de vida en las que un hombre se encuentra
cuando emprende el trabajo —o en las que el trabajo lo sorprende, por así decirlo— son las
mejores posibles para él, por lo menos al comienzo. Porque ellas le son naturales. Ellas son el
hombre mismo, porque la vida de un hombre y sus condiciones corresponden a lo que él es.
La vida las ha creado a su medida; por consiguiente, cualquier otra condición sería artificial, y
en este caso el trabajo no podría tocar inmediatamente todos los lados de su ser.
"De esta manera, el cuarto camino alcanza simultáneamente todos los lados del ser humano.
Es un trabajo inmediato sobre las tres habitaciones a la vez. El faquir trabaja sobre la primera
habitación, el monje sobre la segunda, el yogui sobre la tercera.
Cuando alcanzan la cuarta habitación, el faquir, el monje y el yogui dejan atrás muchas tareas
incumplidas y no pueden hacer uso de lo que han alcanzado porque no dominan todas sus
funciones. El faquir es amo de su cuerpo, pero no de sus emociones, ni de sus pensamientos;
el monje es amo de sus emociones, pero no de su cuerpo, ni de su pensamiento; el yogui es
amo de su pensamiento, pero no de su cuerpo, ni de sus emociones.
"Por lo tanto el cuarto camino difiere de los otros, en que exige del hombre ante todo la
comprensión. El hombre no debe hacer nada sin comprender — salvo a título de experimento,
bajo el control y la dirección de su maestro. Cuanto más comprenda un hombre lo que hace,
tanto más valor tendrán los resultados de sus esfuerzos. Es un principio fundamental del
cuarto camino. Los resultados obtenidos en el trabajo son proporcionales a la conciencia que
uno tiene de ese trabajo. No se requiere «fe» en este camino, por el contrario, la fe de
cualquier naturaleza que fuera, es aquí un obstáculo. En el cuarto camino, un hombre tiene
que asegurarse por sí mismo de la verdad de lo que se le dice, y en tanto que no haya
adquirido esta certidumbre, no debe hacer nada.
"El método del cuarto camino es el siguiente: si uno comienza un trabajo sobre una
habitación, debe emprender simultáneamente un trabajo correspondiente sobre las otras dos.
En otros términos, mientras uno trabaja sobre el cuerpo físico, hay que trabajar
simultáneamente sobre el pensamiento y sobre las emociones; mientras uno trabaja sobre el
pensamiento hay que trabajar sobre el cuerpo físico y las emociones; mientras se trabaja sobre
las emociones, hay que trabajar sobre el pensamiento y sobre el cuerpo físico. Lo que permite
llegar a esto es que en el cuarto camino es posible hacer uso de un cierto saber, inaccesible en
los caminos del faquir, del monje y del yogui. Este saber proporciona la posibilidad de un
trabajo en las tres direcciones a la vez. Toda una serie de ejercicios paralelos sobre los tres
planos, físico, mental y emocional, sirven a esta meta. Aun más, en el cuarto camino es
posible individualizar el trabajo de cada uno; dicho de otro modo, cada uno no debe hacer
sino lo que le es necesario, y nada de lo que no tiene utilidad para él. Porque el cuarto camino
pone de lado todo lo superfluo que se mantiene en los otros caminos simplemente por rutina.
"De esta manera, cuando un hombre alcanza la voluntad por el cuarto camino, se puede servir
de ella, porque ha adquirido el control de todas sus funciones físicas, emocionales e
intelectuales. Y por añadidura, ha ahorrado mucho tiempo al trabajar a la vez, paralelamente,
sobre los tres lados de su ser.
"A veces al cuarto camino se le llama el camino del hombre ladino. El «hombre ladino»
conoce un secreto que no conocen el faquir, el monje ni el yogui. Cómo ha aprendido este
secreto el hombre ladino — nadie lo sabe. Quizás lo ha encontrado en un libro antiguo, quizás
lo ha heredado, quizás lo ha comprado o a lo mejor se lo ha robado a alguien. No importa. El
hombre ladino conoce el secreto y con su ayuda, deja muy atrás al faquir, al monje y al yogui.
"Entre los cuatro, el faquir es el que actúa de la manera más tosca; sabe muy poco, y
comprende muy poco. Supongamos que después de un mes de torturas intensivas, llega a
desarrollar cierta energía, cierta substancia que produce en él cambios definidos. Esto lo hace

absolutamente en la oscuridad, con los ojos cerrados, sin conocer ni la meta, ni los métodos,
ni los resultados, por simple imitación.
"El monje sabe un poco mejor lo que quiere; lo guía su sentimiento religioso, su tradición
religiosa, un deseo de realización, de salvación; tiene fe en su maestro que le dice lo que debe
hacer y cree que sus esfuerzos y sacrificios «complacen a Dios». Supongamos que en una
semana de ayuno, de oraciones continuas, de privaciones y penitencias, llega a alcanzar lo que
el faquir no ha podido desarrollar en sí mismo sino en un mes de torturas.
"El yogui sabe mucho más. Sabe lo que quiere, sabe por qué lo quiere y sabe cómo lo puede
alcanzar. Sabe, por ejemplo, que para arribar a sus fines, tiene que desarrollar en él cierta
substancia. Sabe que esta substancia se puede producir en un día, a través de cierta clase de
ejercicio mental o a través de concentración intelectual. De este modo, fija su atención sobre
un ejercicio por un día entero, sin permitirse una sola idea ajena, y así obtiene lo que necesita.
De esta manera, en sólo un día, un yogui llega a lo mismo que llega el monje en una semana y
el faquir en un mes.
"Pero en el cuarto camino, el conocimiento es aún más exacto y más perfecto. El hombre que
lo sigue conoce con precisión qué substancias necesita para alcanzar sus fines y sabe que estas
substancias pueden ser elaboradas en el cuerpo por un mes de sufrimiento físico, una semana
de tensión emocional o un día de ejercicios mentales — y también, que estas substancias
pueden ser introducidas desde afuera en el organismo, si se sabe cómo arreglárselas. Y así,
en lugar de perder un día entero en ejercicios como el yogui, una semana en oraciones como
el monje o un mes en suplicios como el faquir, el hombre que sigue el cuarto camino se
contenta con preparar y engullir una pequeña píldora que contiene todas las substancias
requeridas y de esta manera sin pérdida de tiempo obtiene los resultados deseados."
—Igualmente hay que tener en cuenta, dijo G., que fuera de estos caminos justos y legítimos,
hay también caminos artificiales, que no dan sino resultados temporales, y caminos francamente
malos que aun pueden dar resultados permanentes, pero nefastos. Igualmente en estos
caminos el hombre busca la llave de la cuarta habitación y algunas veces la encuentra. Pero lo
que encuentra en la cuarta habitación, nadie lo sabe.
"También sucede que la puerta de la cuarta habitación sea abierta artificialmente, por medio
de una ganzúa.

"Y en estos dos casos se puede encontrar la habitación vacía."
G.I. GURDJIEFF
FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA P. D. OUSPENSKY


domingo, 11 de julio de 2010

LAS INFLUENCIAS A B C

LAS INFLUENCIAS
A, B,



Veamos ahora cómo puede el hombre acceder al esoterismo desde el
punto de vista práctico, como debe trabajar para establecer los lazos
permanentes que le ofrecen la posibilidad de evolucionar. La Tradición trata
este problema con la ayuda del esquema siguiente, en cierta forma el más
importante esquema de la enseñanza esotérica. Encierra una multitud de ideas
que sobrepasan amplia-mente los comentarios de este momento.
Recomendamos volver a él con frecuencia y meditarlo.

Las flechas en éste caso blancas representan las influencias creadas en la vida por la vida misma. Es una primera especie de influencia, llamadas influencias
"A", en medio de las cuales se encuentra el hombre. Se notará que cubren de
Manera más o menos pareja toda la superficie del círculo de la vida. Como en el caso de
todas las fuerzas radiantes de la naturaleza, su efecto es inversamente proporcional
al cuadrado de la distancia, de modo que el hombre sufre sobre todo la
influencia de las flechas de su entorno inmediato y es arrastrado a cada instante
por la resultante del momento. La influencia de las flechas "A" sobre el hombre
exterior es imperativa; empujado, avanza errante por el circulo de su vida, del
nacimiento a la muerte, siguiendo una línea quebrada con, a veces, peligrosos
cambios de orientación.
El conjunto de las influencias "A" forma la Ley de Azar o Ley de Accidente,
bajo cuyo imperio esta emplazada la suerte humana. Si examinamos el esquema
percibiremos que cada flecha negra esta contrabalanceada, neutralizada en
alguna parte por otra flecha de igual fuerza y diametralmente opuesta, de modo
que si se las dejara neutralizar efectivamente, su resultante general seria igual
a cero. Esto significa que, en su conjunto, las influencias "A" son de naturaleza
ilusoria, aunque el efecto de cada una de ellas sea efectivamente real. Es por esta
razón que el hombre exterior las toma por realidad.
El circulo blanco () representa el Centro
esotérico, emplazado fuera de las leyes generales de la vida.
Las flechas blancas representan las influencias "B". Son influencias arrojadas
al torbellino de la vida desde el Centro esotérico. Creadas fuera de la vida,
estas flechas están todas orientadas en la misma dirección. En su conjunto
forman una especie de campo magnético.
Dado que las influencias "A" se neutralizan, las influencias "B" constituyen,
de hecho, la única realidad.
El pequeño círculo rayado representa en este esquema al hombre tomado
aisladamente. Las rayas significan que la naturaleza del hombre exterior no es
homogénea: esta entremezclada.
Si el hombre pasa su vida sin distinguir las influencias "A" y "B", la
terminara como la empezó, es decir, mecánicamente, movido por la Ley de
Accidente. Según la naturaleza e intensidad de las fuerzas resultantes a las que
este sometido, podrá hacer una brillante carrera, en el sentido que el mundo da
a esa expresión, pero llegara al fin de sus días sin haber aprendido ni comprendido
nada de lo Real. Y la tierra volverá a la Tierra.
En la vida, cada ser está sometido a una especie de exámen. Si discierne la
existencia de las influencias "B", si adquiere el gusto de recogerlas y absorberlas,
si aspira a asimilarlas cada vez más, su naturaleza interior—entremezclada sufrirá
poco a poco una cierta evolución. Si los esfuerzos por absorber las
influencias "B" son constantes y suficientemente intensos, se podrá formar en
el un centro magnético, representado en el esquema por el pequeño espacio en
blanco.
Si una vez nacido en el, ese centro es cuidadosamente desarrollado, tomara
cuerpo y ejercerá a su vez influencia sobre las resultantes de las flechas "A"
siempre activas, de manera que sobrevendrá a estas una desviación. Esta
desviación puede ser violenta. En general constituye una transgresión a la ley
de la vida exterior y provoca conflictos en el hombre y en su entorno. Si pierde
la batalla, sale de ella con la convicción de que las influencias "B" no son mas
que ilusión y que la única realidad esta representada por las influencias "A". El
centro magnético que se había formado en el se reabsorbe y, poco a poco,
desaparece. Desde el punto de vista esotérico su nueva situación es peor que la
anterior, cuando el casi no discernía las influencias "B". A este caso hace alusión
la parábola del espíritu impuro y la casa vacía. 11
Pero si resulta vencedor en este primer combate, su centro magnético,
consolidado y reforzado, lo atraerá hacia un hombre de influencia "C", mas
fuerte que el y poseedor de un centro magnético más potente. Así, por vía de
sucesión, al estar este en relación con un hombre de influencia "D", estará
relacionado al Centro esotérico "E".
En adelante, el hombre ya no estará aislado en la vida. Es verdad que
continuará viviendo, como antes, bajo la acción de las influencias "A", que por
largo tiempo todavía ejercerán su ascendiente sobre él. Pero poco a poco y
gracias al efecto de la influencia en cadena "B" - "C" - "D" - "E", se desarrollara
su centro magnético y, a medida que crezca, saldrá el hombre del influjo de la Ley
de Accidente para entrar en el dominio de la Conciencia.
Si alcanza este resultado antes de su muerte, podrá decir que no ha vivido
su vida en vano.
Boris Mouravieff,Gnosis.