viernes, 12 de septiembre de 2008

Observación de Sí - Cuarto Camino


RENE DAUMAL Y LA “ENSEÑANZA” DE GURDJIEFF

Por último, otro de los rasgos que dificultan la observación de sí mismo es el hábito de hablar sin necesidad. Hay que luchar contra él si queremos aprender a observarnos con imparcialidad y a no confundir nuestra palabrería con el efectivo recuerdo de sí.
Las dificultades que experimenta el hombre para observar estas manifestaciones mecánicas le mostrarán la casi imposibilidad de salir por sí mismo del “sueño” en que vive, el cual presenta dos rasgos característicos: la identificación y la “consideración”.
El hombre se identifica con todo lo que llama su atención: sus pensamientos, sus deseos, su imaginación. La identificación es nuestro más terrible enemigo, pues, en el mismo momento en que creemos vencerla, seguimos siendo víctimas de su engaño. Mientras un hombre se identifique o sea susceptible de identificarse con algo, será esclavo de todo cuanto pueda sucederle. Por eso la libertad consiste ante todo en liberarse de la identificación.
Uno de los aspectos particulares de la identificación es la “consideración”, es decir, el identificarse con lo que los demás piensan de uno. Y no sólo se “considera” a las personas, sino también a la sociedad y a las condiciones históricas.
Es necesario, pues, superar todas estas dificultades para combatir el “sueño” y para que el “trabajo sobre sí” rinda los mejores frutos. Pero, ¿en qué consistía este “trabajo”?
Durante meses enteros, los discípulos aprendían a distinguir en sí mismos el origen de sus reacciones, partiendo de la información que poseían sobre la velocidad propia de cada “centro”.
Para aprender a observar los hábitos y posturas, que tan estrechamente condicionan el funcionamiento del psiquismo, había varios ejercicios. Uno de ellos era el del “Stop”. Consistía en lo siguiente: a una orden del instructor, los alumnos debían suspender sus gestos e inmovilizarse en la posición en que hubiesen oído la señal, permaneciendo en la misma actitud y en idéntico estado interior hasta que se les ordenase volver a la posición o a la tarea en que les sorprendió la señal.

Otro ejercicio era la “danza de los derviches”. Cada uno de los alumnos efectuaba movimientos independientes, no coordinados con los de los demás y ejecutados al son de composiciones musicales ideadas por Gurdjieff

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